domingo, 9 de octubre de 2011

Palabras mudas


Amanece y despierto ofreciendo saludos de buenos días.
Tengo ropa limpia en el cajón, planchada y doblada con olor a suavizante. Todo parece estar como siempre, ordenado y tranquilo. En la cocina encuentro lo que me apetecía comer y surgen planes para pasar el día. Me llaman y se acuerdan de mí, me quieren y me lo dicen. 
Tengo buena cara y apenas estoy maquillada, cualquier cosa hoy me sentaría bien.
Estudio, apruebo, sigo avanzando hacia lo que me había propuesto...

Anochece y duermo, y es entonces en esa realidad paralela cuando apareces a tormentar mi felicidad, a destruir todo lo bueno para levantar recuerdos.
Amanece otra vez y despierto pero no estás.
Y ni la ropa impecable, ni los desayunos generosos, ni el te quiero de quien no te olvida sustituiría tu simple regreso.

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